El 6 de marzo, con la imposición de la ceniza, da comienzo el tiempo de Cuaresma, tiempo especial para la oración, el ayuno y la limosna.
Pero no podemos decir Cuaresma sin saber lo que es realmente. La Cuaresma es un período que está reservado para la reflexión, la conversión espiritual y donde los cristianos se reúnen en oración y penitencia para preparar su espíritu durante cuarenta días, como lo hizo Jesús.
Es un tiempo litúrgico de conversión que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es un tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros, para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. En la Cuaresma Cristo nos invita a cambiar de vida, la Iglesia nos invita a vivirla como camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas.
La Iglesia también nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, a imitarlo ya que por acción e nuestro pecado nos alejamos más de Dios. La Cuaresma es tiempo de perdón y la de reconciliación fraterna.
Hay que aprovechar este tiempo, no para decir "me voy a confesar para ser un buen cristiano", sino para reconciliarme con mi Dios y también con los demás. Hay un compromiso grande por este tiempo. Durante estos 40 días hay que orar para vivir esa comunicación con nuestro Dios. No es orar para hacer como los fariseos, sino orar en la discreción, porque Dios conoce lo que hay dentro de nosotros.
La abstinencia no es solamente no consumir carne los viernes, sino que puede ser el alcohol, la bebida, el juego, todo lo que es dulce, gaseosas… También podemos hacer abstinencia de malas palabras, que dañan a las personas.
Ya hemos entrado en la Cuaresma, debemos dejar que la Palabra de Dios transforme nuestras vidas. Todos los ejercicios que podemos hacer, como el Vía Crucis, leer la Palabra de Dios, ayunar y la abstinencia, nos ayuda para mejorar nuestra vida de fe, nuestra vida cristiana.
Aprovechemos estos 40 días para ver a donde está la fuerza, esa fuente, para que podamos recibir la gracia de esa fuente para decir no a todo lo que es contrario al espíritu de Dios. Que Jesús mismo, su Madre, nos ayude en ese camino de preparación, fortaleza, reconciliación, perdón y misericordia.
Que lleguemos, entonces, a ese día de Resurrección para resucitar nuestras vidas y familias. Que la Iglesia nos ayude en ese camino para que podamos dar testimonio de un Dios que es misericordioso.
ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO
«Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación».