El mes de junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús, un mes eucarístico y un tiempo lleno del Espíritu Santo. Este debe ser un mes sobre todo para entrar hasta el fondo en los sentimientos de Jesús. ¿Y qué hay en el Corazón de Cristo sino inquietud por la gente, por su salvación, y especialmente por sus preferidos: los más necesitados de amor?
Su Corazón es una puerta perennemente abierta, y así nos invita a nosotros a vivir: abiertos, lanzados a la misión, en salida. Así lo explica el Papa Francisco en su Exhortación Evangelii gaudium: «La Iglesia en salida es una Iglesia con las puertas abiertas. La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo.
Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo». Esa santa inquietud es la que Jesús siente en su Corazón, pero solamente si el Espíritu Santo forma
en nosotros esas entrañas de misericordia podemos amar como Él nos pide.
Este amor excesivo, permanentemente entregado en la Hostia sagrada, mueve a abrir toda la vida a la acción del Espíritu. Sin duda, entrará, junto a los hermanos necesitados.