Esta obra de misericordia se trata de formar un corazón compasivo y misericordioso, consciente de que nadie es perfecto.«Soportar con paciencia los defectos del prójimo». Esta es una de las obras de misericordia espirituales propuestas por la Iglesia.
Estamos viviendo un año jubilar dedicado a la misericordia, en el que la Iglesia nos invita a vivir a fondo el Evangelio, haciéndolo carne con nuestras obras. «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (cf. Lc 6,36).
Se trata de formar un corazón compasivo y misericordioso, que sabe no sólo soportar, sino hacerlo con verdadera paciencia. Un corazón que no se indigna ante los defectos de los demás, sino que sabe soportar desde dentro y aguantar, porque es consciente de que todos somos débiles y de que nadie es perfecto. Un corazón así hace vida lo que San Pablo escribía en el himno a la caridad: «El amor es paciente, es bondadoso» (cf. 1 Co 13, 4).