La Medalla

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La Medalla del Cristo de la Luz
Ponerse la medalla de hermano significa, sobre todo, llevar a Cristo en el corazón.

Desde hace unos cuantos años, quizá no demasiados, los actos de culto en honor al Santísimo Cristo de la Luz comienzan con la Misa de Hermandad y la imposición de medallas a los nuevos hermanos. Ciertamente, esta es una emocionante ceremonia tanto para los nuevos hermanos como para todos los que desde hace años somos miembros de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Luz.

En cada acto de culto y, especialmente, el Domingo cuando el Cristo recorre las calles de nuestro pueblo, todos nos enorgullecemos de llevar en nuestro pecho esta hermosa seña de identidad, no sólo con la Hermandad, sino, sobre todo, con quien representa: al Santo Cristo.

Cada vez que miro a la medalla de la Hermandad, y lo hago con gran frecuencia por la gran cantidad de sentimientos y recuerdos que me hace brotar en mi mente y en mi corazón, me doy cuenta de que, en muchas ocasiones a lo largo del año, la tenemos olvidada. Y no me refiero a la medalla en sí, sino a lo que ella representa.

Ponerse la medalla de hermano significa, sobre todo llevar a Cristo en el corazón. Igual que al colgarse del cuello la medalla, la Imagen grabada en ella queda justo sobre nuestro pecho, hemos de llevar en nuestro corazón, en todo momento, la Imagen viva de Cristo.

Igual que tantas veces, en los momentos de mayor emoción: la bajada, la procesión, la entrada del Cristo de la Luz... agarramos fuertemente esta medalla, así ha de ser en nuestra vida; en los momentos de emoción, en los momentos de alegría, en los momentos duros, hemos de agarrarnos fuertemente a Cristo.

Es hermoso ver, cuando se impone la medalla a un nuevo hermano, cómo hay otro hermano a su lado para guiarlo y acompañarlo. Creo que este gesto no se debe quedar reducido a un simple momento emotivo y de compañerismo, sino que ha de recordarnos a todos que tenemos una importante responsabilidad para con todos los demás hermanos. No tiene sentido llevar la medalla en el cuello si luego soy insensible a los problemas y dificultades de los demás o si, y es aún más grave, que guardemos rencor contra otro hermano que lleva la misma imagen de Cristo sobre su pecho.

En definitiva, llevar este hermoso signo, supone una gran responsabilidad y un enorme orgullo. El Santo Cristo nos conceda a todos vivir y disfrutar lo que significa llevar sobre nuestro pecho esa medalla.

Víctor Montoya Villegas.
Párroco de Laujar de Andarax.