Bajada

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La bajada del Santo Cristo

¡Qué bonito está mi pueblo, la una del mediodía!; ¡qué bonito está mi pueblo… se estremece Dalías esperando ese momento! Ya repican las campanas, todos al pie del altar, hazme un laíto en la Iglesia que yo no puedo faltar
Bajada 1
Bajada 2

La bajada del Santo Cristo es un momento de singular importancia para los dalienses, momento en el que brotan los sentimientos más profundos de nuestro corazón. Acabamos de celebrar la Eucaristía, de ir al encuentro de Cristo Vivo, y ahora, es la imagen del Santo Cristo la que baja y viene a nosotros y se hace cercano Maestro y Amigo.

A la una de la tarde, el silencio cargado de lágrimas y oraciones se rompe bajo los sones del Himno, que brota del alma como plegaria de emoción: " Dalías atada a su historia, si canta, es de vida su canto, si llora su canto es de Gloria, y mirando a la Cruz, y mirando al azul, Dalías vive y canta, y su canto es de esperanza, ¡Viva el Cristo de la Luz! ".

¡Ya baja! El Santo Cristo, durante todo el año protector de su pueblo, desde el altar mayor de la parroquia, ahora se mueve, viene hacia nosotros, quiere acercarse a nosotros para abrazarnos con ese amor que sólo Él nos puede dar desde la Cruz de nuestra salvación, para mirarnos con esa mirada con la que sólo Él nos puede mirar para recoger todo lo que llevamos en nuestro corazón.

El Santo Cristo baja, empujado por las manos de tantos hombres que simbolizan las manos de todo un pueblo que día tras día, durante todo el año, trabaja, lucha y siente confiado siempre en la poderosa intercesión del Señor. El Santo Cristo desciende y las manos de todos se levantan, se alzan al cielo para buscarlo, para recibirlo, como queriendo abrir su corazón y su vida entera para que entre el Señor y nos llene de su amor, de su gozo, de su salvación. Unas manos que quieren arrebatarlo, hacerlo suyo, para acercarlo a sus vidas y acogerlo como hijos suyos que son. Son los brazos de los que luego, al caer de la tarde, llevarán al Santo Cristo y lo pasearán por las calles de su pueblo, para que pueda bendecir a todas nuestras familias, a todas nuestras casas.

Él, que siempre está a nuestro lado, se acerca más a todos sus hijos, para hacer efectivas aquellas palabras que dijo en el Evangelio: " He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia " (Jn 10, 10). Esa Vida que brota sólo de Él, y con la que quiere llenarnos profundamente. Esa Luz de salvación que irradia, con la que quiere iluminar cada una de nuestras vidas.

El Santo Cristo baja, como hizo un día cuando tomó nuestra carne, cuando " se despojó de su grandeza, tomo la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz " (Flp 2, 7-8). Baja para que nosotros subamos, baja para elevarnos a nosotros, desde entonces salvados en esperanza, con la promesa de la vida para siempre. El Santo Cristo baja, como hizo un día cuando tomó nuestra carne, cuando " se despojó de su grandeza, tomo la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz " (Flp 2, 7-8). Baja para que nosotros subamos, baja para elevarnos a nosotros, desde entonces salvados en esperanza, con la promesa de la vida para siempre.

Acoge al Santo Cristo, que viene a nosotros, participa en este momento y sentirás como tu vida se llena un poco de la Luz y de la Vida que vienen de Dios.

Manuel Cuadrado Martín